Regular la contaminación por olores no es sencillo. Una de las razones es la complejidad de medir de manera fiable los niveles de olor. A diferencia de otros contaminantes del aire, los odorantes (sustancias con olor) pueden ser difíciles de detectar, ya que generalmente están presentes en el aire en concentraciones muy bajas.. Incluso si se pudiera detectar cada olor, esto no nos contaría toda la historia, ya que algunos olores se perciben como más picantes o desagradables que otros. Por lo tanto, en el caso de la regulación del olor, se requieren medidas sensoriales para descubrir la fuerza del olor percibida por los individuos en lugar de
A pesar de esto, algunos países han implementado regulaciones para abordar el impacto del olor, lo que significa que ya no se permite la liberación gratuita del olor, por ejemplo, para actividades industriales en Alemania, los Países Bajos, Italia y Francia. Sin embargo, esto no ha llevado a la elaboración de una legislación marco clara a nivel europeo sobre el impacto del olor en la forma en que existe, por ejemplo, para el ruido. La Directiva 2002/49 / CE relativa a la evaluación y gestión del ruido ambiental exige a los Estados miembros que preparen y publiquen, cada 5 años, mapas de ruido y planes de acción de gestión del ruido.
No existe una directiva medioambiental europea que regule los niveles de olores en el aire. Este es un problema grave que afecta no solo a la ciudadanía europea -que tienen que lidiar con la molestia del olor en su entorno-, sino también a las industrias, que carecen de un marco claro para desarrollar y gestionar sus actividades.
En marzo de 2017, académicos de Polonia enviaron una petición al Parlamento Europeo, firmada por un amplio grupo de expertos en olores de toda Europa. Un par de años después, la Comisión respondió que "no tienen la intención de proponer ningún requisito específico adicional que regule las molestias causadas por los olores"
Desafortunadamente, los olores en Europa continúan estando fuera de los procedimientos de planificación, excepto en algunos países.
No existe una directiva medioambiental europea que regule los niveles de olores en el aire. Este es un problema grave que afecta no solo a la ciudadanía europea -que tienen que lidiar con la molestia del olor en su entorno-, sino también a las industrias, que carecen de un marco claro para desarrollar y gestionar sus actividades.
En marzo de 2017, académicos de Polonia enviaron una petición al Parlamento Europeo, firmada por un amplio grupo de expertos en olores de toda Europa. Un par de años después, la Comisión respondió que "no tienen la intención de proponer ningún requisito específico adicional que regule las molestias causadas por los olores"
Desafortunadamente, los olores en Europa continúan estando fuera de los procedimientos de planificación, excepto en algunos países.
